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COTIDIANOS

ENTREVISTA PARA LA BIBLIOTECA IMAGINARIA POR CRISTINA MONTEOLIVA

ENTREVISTA PARA LA BIBLIOTECA IMAGINARIA POR CRISTINA MONTEOLIVA

-¿Cuándo empezaste a escribir?

Escribo desde niño. Mi primera novela trataba de una pirámide, de unos conquistadores y unos lagartos gigantes. Tenía 14 años. Luego escribí relatos para la revista del instituto. Cuando empecé la carrera hacía un programa de radio en el que recitábamos nuestros propios poemas. Más tarde dejé de escribir, pero pronto me apercibí de que el gusanillo nunca desaparece del todo. Tras un viaje empecé a tomar notas, luego salieron historias. De eso hace ya más diez años sin parar.

 
-¿Qué tiene de especial para ti la vida cotidiana?
Es un disparador para la creatividad. De hecho al mismo tiempo que apareció Cotidianos, podía haber aparecido un libro de relatos fantásticos. Pero surgió de este modo.
 
-Muchos de tus cuentos están escritos en primera persona, pero ¿alguno de ellos es autobiográfico?
Algunos de ellos tienen algún rasgo autobiográfico, quizá sirven como contexto en unas ocasiones; en otras, una excusa para continuar la historia. A veces son rasgos de un personaje, pinceladas del carácter, ideas que me obsesionan, o denuncias encubiertas.Pero no hay un cien por cien de autobiografía, porque yo suelo elaborar mucho el material del que dispongo, aprovecho muchas experiencias oníricas y acabo mezclándolo  todo, cambiando el contexto o los personajes, o el tiempo, o el lugar.
 
-¿Cuál de estas historias te gustaría vivir?
Todas las historias de Cotidianos están vividas aunque sólo sea por el mero hecho de haberlas escrito, diseñado, pensado, discurrido...
 
-¿Y cuál no?
Hay varias historias que son dolorosas por diferentes motivos. Banda sonora para una película habla de la muerte del ser más querido; Recuerdos en fuga de París, del sufrimiento ante la enfermedad, Solo rumano revive un pasado muy obscuro. Todas ellas son historias que inquietan por dentro. Que remueven. También Mar de recuerdos y Hombres.
 
-¿Es inevitable el desencanto de las parejas?
No, supongo que no. Pero ocurre que hablar de la felicidad literariamente da poco que decir mientras que la desgracia, el enfrentamiento, los desencuentros son terrenos literariamente abonados para hablar de ellos. En general  todo lo que suponga discusión, enfrentamiento, contraposición, da más juego. Lo de la felicidad lo dejo para Bucay.
 
-¿Qué harías si encontraras un maletín por la calle?
En el relato El maletín del barrendero el protagonista encuentra un maletín. Es un hecho anecdótico, yo hace menos de un año encontré una billetera con bastante dinero, documentación, etc... La entregué a la policía local pero me dijeron que ellos tardarían tiempo en avisar al propietario por lo que me tomé la molestia de entregarla yo mismo en la secretaría del instituto donde estudiaba su propietario. El hilo de la historia nos lleva a ver cómo en una sociedad de rufianes y sin principios, como en la que vivimos, siempre hay alguien que se aprovecha de nuestros pequeños esfuerzos cotidianos.
 
-¿Has dejado alguna vez unas oposiciones por realizar un postgrado?
Es curioso como el tiempo es cíclico. Este relato, Levando anclas, tiene casi diez años y ahora podrían su contenido y contexto ser de rabiosa actualidad. Digo esto porque no estaba pensado como cuento sobre la cacareada crisis, pero habla de ella. Yo hice las oposiciones y no he estudiado ningun postgrado.
 
-¿Te has enamorado de la hija de un feriante?
No. Ni siquiera he sentido demasiada atracción por las ferias que en mi niñez eran focos de delincuencia. Sin embargo el relato La hija del feriante habla de ese primer amor infantil y de la huella que deja en nuestra edad adulta.
 
-¿Qué esperas que los lectores encuentren en estos relatos?
Nunca he entendido porqué siendo nuestro tiempo de ocio tan corto y tan espaciado no se hayan puesto de moda los relatos. En nuestras vidas tenemos multitud de tiempos muertos y esperas en transportes públicos, trámites burocráticos, citas, lugares propicios para leer un relato en  vez de esos mamotretos sobre códigos y templarios de quinientas hojas. Un relato dura muchas veces lo que dura nuestro trayecto en transporte público. Son ideales para leer en esas circunstancias. Una pequeña historia antes de empezar a trabajar. Sólo deseo que hagan pensar, que conmuevan, que dejen huella, que hagan reír o llorar, o sonreír, o apartar el libro un momento para volverlo a coger un rato después, que hagan asomarse a la ventana, que provoquen un recuerdo infantil, o el redescubrimiento de un rostro que se creía olvidado...
 
-¿Qué nuevos proyectos tienes en el horizonte?
Acabo de finalizar un poemario que busca editor. Ahora he retomado la escritura de una novela que habla indirectamente de la transición y para un futuro próximo estoy trabajando además en un ensayo sobre la estancia de Unamuno en Canarias.

 

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