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COTIDIANOS

OPINIÓN DE LECTORA QUE NO ES POCO

OPINIÓN DE LECTORA QUE NO ES POCO

Luis,  hace unos días terminé Cotidianos aunque sea un libro que se termina y vuelve a empezar a cada relato.

Me gusta mucho y lo abriré con frecuencia.

Me gusta el no encontrarme con gente glamour, de esos con los que es imposible identificarse porque su vida de velocidad y despreocupación no interesa o no me interesa. Con tus héroes o te identificas o simpatizas o se te rompe el corazón.

Me gusta también encontrarme con la nueva mujer cotidiana,  trabaja, fuma y sobretodo vive el amor y el sexo, como decirlo,   como sólo lo vivían los hombres antaño o por lo menos sólo  hablaban así, de ello, los hombres, a tus héroes cotidianos les  ha llegado la igualdad con su reguero de incomprensiones:  Redención o Cruce de caminos o Aria de soledad.  A veces hasta son más crueles si cabe: Hombres, de hecho están tan solas y  amenazadas como los hombres, no sé si tan desesperadas.

Me duele esta soledad que llevas al extremo de lo posible pero que es una realidad de la vida moderna. La muerte está siempre al caer, y viene a truncar amores que iluminaban el texto y al lector, y el lector, por lo menos yo, se dice ay, es la condición humana. Pero presiente algo más (sic)  como si hubiera algo que encontrar,¿ la justicia? en este mundo en que Antonio Ruiz García, Ruiz para todos, muere sin pena ni gloria, El maletín del Barrendero,  en donde los hombres como los perros mueren como perros Obligada soledad.

Sólo dos cosas iluminan el corazón del narrador, el mar y los niños o mejor el mar en el corazón de los niños sólo ellos  se salvan, su pureza es la misma:

“Mar adentro, allá donde las aguas y los pensamientos, en soledad, recobran su pureza…” El mar lamía sus pies.

El niño de diez años descubre la sonrisa de Alicia: “La sonrisa era tan grande que parecía tener vida propia Me pareció hermosísima…” La hija del Feriante.

El relato Mar de recuerdos, en donde se reúnen ambos,es mi preferido, no es más optimista que los demás pero su sensibilidad , con sus aromas y sus olores a familia pobre pero honrada, como dirían en aquellos tiempos, me va recto al corazón. 
En realidad, la justicia que sentía que revindicabas he pensado que se la haces al narrarnos sus vidas, su cotidianidad.

María Cugat.

 Foto: Librería  La Clandestina.

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